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Liderazgo: Factor protector o factor de riesgo para el equipo

Liderazgo: Factor protector o factor de riesgo para el equipo

Por: Doris Arango, Coordinadora de Proyectos

El objetivo de este artículo es dar una mirada al liderazgo desde el enfoque del Riesgo psicosocial, de acuerdo a los resultados obtenidos en las mediciones de riesgo psicosocial realizadas por Recurso Humano Positivo, en más de cien empresas de diferentes sectores económicos a nivel nacional.

Dichos resultados dejan ver claramente el impacto que tiene el liderazgo en los equipos de trabajo, convirtiéndose en factor de riesgo o factor protector, logrando de esta manera incidir de manera positiva o negativa en los resultados del proceso y de la empresa misma, también en los niveles de satisfacción, de sentido de pertenencia para con la empresa, además del clima y la calidad de vida laboral, entre muchos otros.

Hablar de liderazgo tiene que ver con el Ser, el saber y el hacer, cuya interacción se traduce en comportamientos visibles del líder ante los demás, lastimosamente no siempre para quien los ejecuta.

Es así como en primera instancia al referirnos al Ser se habla de la esencia misma de la persona, de su temperamento, su carácter, su estilo de liderazgo, de todo aquello que el líder pone en escena en su actuación, que contiene además su historia de vida, asuntos no resueltos, y todos aquellos factores que, desde la individualidad nos asisten como seres humanos.

Por su parte el Saber, entendido como los conocimientos adquiridos a través de la formación y de la experiencia que posibilitan un desempeño técnico de acuerdo a unos requerimientos laborales propios del cargo que se desempeña.

Finalmente, el Hacer es la puesta en marcha de los conocimientos, es decir llevar a la práctica el saber, para conjugarse en un saber hacer, en el cual puede evidenciarse el nivel de experticia que posee quien ejecuta el trabajo.

No obstante, en quien dirige un grupo puede encontrarse incoherencias entre estos tres componentes teniendo a líderes que saben mucho, y que en su hacer de igual manera denotan resultados interesantes dada su experticia, pero que desde su ser no han logrado enganchar a un equipo, por el contrario son fuertes en su comunicación, no persuaden sino que ordenan, es poca o nula la retroalimentación que ofrecen, y la proalimentación no existe en su estilo de liderazgo, ni el reconocimiento ni todo aquello que hace sentir bien y es fuente de satisfacción y motivación en un  equipo de trabajo.

Es así como encontramos que desde el ser del líder se puede disparar el riesgo psicosocial a los seres humanos que se están coordinando, o por el contrario el líder puede llegar a ser fuente de calma, de seguridad, de confianza en los equipos a tal punto que el llegar a la meta es la consecuencia de un sentirse muy bien, lo que lleva a un hacer fluido, comprometido y consistente.

En consecuencia, la invitación es a cultivarnos y trabajar primero nuestro ser, para sanear todos los asuntos no resueltos, crecer y desarrollarnos cada día para llegar a mejores versiones de nosotros mismos, asumiendo un rol activo en el mejoramiento personal, para con el saber y saber hacer poder generar armonía y motivación hacia el trabajo, dado que nadie puede dar de aquello que no tiene.