A lo largo de la historia el ser humano ha estado en constante relacionamiento, considerando este aspecto como parte importante de sus principios, es decir, en los diferentes contextos de su vida se evidencia una persistencia por estar en contacto con quienes le rodean, pues desde el ámbito familiar, social y educativo se está en permanente construcción de vida social, actuando esta como ente de regulación interpersonal.
Por consiguiente, se encuentra importante que dichas relaciones y espacios de relacionamiento fortalezcan el paso por cada transición o contexto, es decir, cuando el ambiente es nuevo y muestra matices diferentes a los ya manejados como lo es en el ámbito educativo y laboral, se vuelve más importante aún que el contexto esté cargado de un relacionamiento positivo, en donde las personas hagan parte efectiva de la asimilación y acomodación de nuevos estímulos y experiencias.
Es normal o quizás común que el ser humano frente a lo nuevo sienta o experimente niveles de ansiedad, lo que hace parte de una expectativa creada con anterioridad y de cierta manera genera movimiento, pues traslada adecuadamente la conducta a una capacidad de interiorización del contexto expuesto o las actividades enmarcadas en este, y esto en gran medida se gana con éxito cuando es ese mismo contexto el que brinda las herramientas para sentirse en confianza, mostrando la relevancia de que quienes estén alrededor denoten una cara amable y de empatía.
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Por consiguiente, es ahí cuando juega un papel importante las personas que me reciben y hacen parte del cambio, pues estás pueden de alguna u otra manera actuar como receptor positivo en el nuevo posicionamiento de información, brindando enseñanza, paciencia y disposición por entender que es un proceso de cambio y que todos pasamos por este.
Por lo anterior, no podemos desconocer entonces que el contexto laboral se convierte en una gran porción de nuestro tiempo. Por ende es de suma importancia que este se acompañe por la calidez y la confianza que se requiere, pues debe estar enmarcado como algo agradable y más aún cuando se pasa por una transición y se está iniciando otra experiencia, ya que ser bien recibido y acogido como parte del equipo, impregnado de “te estábamos esperando” hace que se sienta incluido y visto como una pieza importante que engrana con las demás piezas o actores de acción.
Por ende, a continuación, nombraré algunas de las características que debe tener el contexto en términos de sus integrantes para brindar un ambiente confortable inspirando la adaptación adecuada:
- Posición receptiva y de escucha: Todas las personas traen e introyectan diferentes matices y experiencia, por lo que quien brinda la información y da empalme, también debe tener la capacidad de recibir.
- Disposición para enseñar: entender que es un proceso nuevo o de adaptación a nuevas formas y contextos, por lo que se debe soltar el conocimiento y que este brinde enfoque adecuado a quien llega, generando lineamientos claros.
- Empatía: es fundamental entender que quien llega esta cargado de emociones que apuntan a la ansiedad por que las cosas salgan bien, por ende, en fundamental no solo entregar información, sino también tener paciencia hacia el proceso de recibirla y transmitirla.
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Por otro lado, y para concluir no se debe desconocer que existe o en ocasiones nos encontramos con lo contrario y es el otro lado del ideal, ambientes hostiles y de rivalidad, en donde la presencia del que llega no es bien recibida, pues no se esperaba o simplemente no se deseaba. Por consiguiente, es ahí cuando dicha transición o adaptación al nuevo contexto, en este caso laboral, no funciona de la mejor manera y hace incluso que se dé la deserción laboral temprana, pues no se presta el ambiente para un empalme agradable y de confianza.