Por: Doris Arango Valderrama
Hay que partir de un hecho que marca la diferencia entre las relaciones sociales y las laborales y es que a nuestros amigos los podemos seleccionar, mientras que no tenemos la potestad de elegir a nuestros compañeros de trabajo, hecho que nos obliga a irnos adaptando a diferentes perfiles de personas que unas veces pueden resultar con afinidad alta y otras no tanto.
Por lo tanto el mantener unas relaciones laborales sanas, es de interés profesional para hacer del sitio de trabajo un lugar de disfrute en el cual podamos continuar creciendo de manera individual y en equipo, convirtiéndose la gestión emocional en una piedra angular para esto.
Significado de la gestión emocional
Partiendo de la definición de emociones de Wikipedia:
“Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo importante”,
Se entiende entonces que frente a diferentes estímulos hacemos una valoración generando a partir de allí una reacción como respuesta.
Dicha respuesta puede tener un alto contenido emocional, que dependiendo del momento puede llegar a complejizar la situación generando deterioro en las relaciones, al estar en un contexto laboral, en donde todos están abocados al cumplimiento de metas y resultados, generalmente en condiciones de presión hace que pululen los estados de ánimo a la defensiva.
De ahí la importancia de trabajar la gestión emocional a nivel individual, haciendo de este proyecto personal un asunto prioritario en la medida que posibilitará un aprovisionamiento en tiempos de calma, para que cuando llegue la turbulencia se tenga el control de las reacciones internas y externas.
Esto implica hacer consciente que, si bien las emociones fueron creadas para la supervivencia, estas no deben desbordarnos, convirtiéndose en una fortaleza, el tener la capacidad de reconocer el tipo de emociones que se experimenta, cual es el nombre de ella y qué la detona, ejercicio que permite ubicar asuntos en donde deben de estar, para no traslaparlos a otros espacios, personas o situaciones.
De igual manera trabajar en los valores y principios de vida, de manera permanente posibilita tener recursos disponibles en todo momento para sortear la tensión, de una manera exitosa evitando respuestas primarias que afectan las relaciones laborales.
Otro asunto tiene que ver con el conocimiento, porque cuando te permites abastecerte, llenarte de conocimiento empiezas a desvanecer el miedo… No es lo mismo el primer día de trabajo, que cuando han transcurrido dos meses y ya hay una familiarización con todo lo relativo al cargo y a los compañeros de trabajo, convirtiéndose esto en un elemento tranquilizador lo que a su vez apunta al autodesarrollo que es generador de confianza y seguridad por la adquisición de nuevos elementos y herramientas.
Así mismo, el identificar el tipo de pensamientos que están presentes en nuestro diálogo interno, va a posibilitar trabajar en ello, para que sean positivos y potenciadores de energía, en vez de ser provocadores de conflictos, por la emoción que suscitan, entendiendo así que primero es el pensamiento y luego viene la emoción.
De igual manera enfocarse en asuntos positivos, en ambientes con olores agradables asociados a momentos positivos refuerza el abastecimiento emocional. También el mirar los errores y tropiezos pasados como maestros de vida, en tanto quedan enseñanzas y aprendizajes ayuda a conciliarse con esas experiencias, restándole fuerza de detonación en situaciones similares, ya que reescribimos las historias negativas en historias positivas.
Con este breve recorrido, puede observarse como estamos en capacidad de desarrollar estrategias de afrontamiento, adquirir recursos y abastecernos antes de las crisis, para cuando estas lleguen ya tengamos hábitos diferentes que se traducen en reacciones tranquilas producto de la gestión emocional, aportando de manera constructiva a las relaciones laborales saludables.