“El minimizar las pérdidas es tan provechoso como maximizar las utilidades”
Louis Allen
En la actualidad las organizaciones están implementando políticas de seguridad industrial y salud ocupacional, que permiten eliminar accidentes y riesgos en los espacios laborales, dado que estos son fuente de pérdidas humanas, económicas y sociales, además del efecto que tiene en un empleado que ha sufrido un accidente, ya que regresa a su trabajo con temor e inseguridad, lo que a su vez lo hace vulnerable a sufrir otros accidentes y crea susceptibilidad en su entorno.
Sin embargo la efectividad de dichas políticas solo se dan si van de la mano con el compromiso de las organizaciones y sus Directivos, de hacer de la prevención de accidentes y riesgos laborales, una práctica permanente y eficiente llamada Cultura de Seguridad que se asocia directamente con la gestión del riesgo laboral, que engloba a las estructuras prácticas, políticas y sistemas de seguimiento y control, diseñados para reducir los accidentes, enfermedades y riesgos dentro de una organización.
Todas estas actividades de gestión de seguridad involucran desde la alta dirección, hasta el último de los empleados y el compromiso de estos consigo mismos y con la organización, así como del nivel de conciencia y las actitudes positivas que asuman en favor de la seguridad y prevención de accidentes. También es indispensable que la empresa cuente con todas los requerimientos físicos y ambientales necesarios que permitan llevar a cabo la implementación de la gestión de la seguridad, como un mecanismo que contribuirá a disminuir sus índices de accidentes, enfermedades profesionales y/o riesgos en las áreas de trabajo, y a incrementar su productividad en un proceso que genere una cultura positiva frente a la misma seguridad.
Hay que anotar la necesidad de retomar el hecho que la seguridad industrial esta basada en la conducta del individuo, sobre todo por la presencia de actos inseguros como la causa directa de múltiples accidentes de trabajo, por lo tanto es indispensable direccionar los programas de seguridad industrial hacia la modificación de hábitos y conductas de los colaboradores, buscando anular y/o modificar sus actos inseguros, cuyo objetivo se logra incluyendo en los planes de formación y capacitación el cambio de cultura hacia la seguridad, entendiendo que de los actos seguros y conductas seguras nace la seguridad como cultura y no como algo impuesto, por lo tanto es allí donde hay que trabajar para lograr dicho cambio.
A este respecto surge la pregunta: ¿Será posible que dentro de las compañías existan obstáculos organizacionales, que puedan estar impidiendo una adecuada cultura de seguridad?
La respuesta es afirmativa, por tal motivo es indispensable para generar el cambio de una cultura insegura hacia una cultura de seguridad en las empresas tener en cuenta algunas recomendaciones como son: estudiar los planes y programas que se desarrollan, identificar las áreas y ocupaciones de riesgo, identificar las necesidades de entrenamiento del personal, fortalecer la responsabilidad y confiabilidad de los encargados del personal; además deben conocerse los factores mentales, neuropsicológicos, socio ambientales y fisiológicos involucrados en los actos inseguros, igualmente analizarse la conducta mediante un programa de seguridad, fundamentada en los aspectos mentales que permitan lograr cambios en el comportamiento individual y grupal, los cuales cambiarán posteriormente y sin mayor esfuerzo las actitudes de los empleados, generando a mediano y largo plazo una cultura de seguridad.
El trabajo no es fácil, pero es un camino que hay que iniciar en búsqueda del bienestar de los colaboradores y las empresas; el cambio a una cultura de seguridad es una labor de todos, no de algunos grupos o personas de la organización, solo la conciencia individual y colectiva y el trabajo en equipo logra la unidad de la seguridad, UNA TRANSFORMACIÓN CULTURAL HACIA LA SEGURIDAD.
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