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Liderazgo y emocionalidad

Por: Lila Jiménez Movilla
Psicóloga Senior

Para profundizar en los conceptos de liderazgo se hace necesario hacer un breve repaso   de los principios emociónales que son parte fundamental del desarrollo de un buen liderazgo.

La inteligencia emocional es un término en auge en la sociedad, un concepto del que se habla cada vez más debido a la importancia que ha ido adquiriendo a lo largo de estos últimos años. Aunque la mayoría de nosotros ha oído hablar de ella, son pocas las personas que la entienden y que pueden definirla. Toda cuestión que esté relacionada con algún elemento que depende del cerebro o de la mente es siempre de alta complejidad, así como de carácter demasiado abstracto como para poder explicarla con precisión.

Desafortunadamente, ese carácter abstracto no facilita en absoluto la comprensión de dichos conceptos, a pesar de los constantes avances científicos y psicológicos que se llevan dando durante estos últimos años. Entonces, ¿qué es la inteligencia emocional? ¿Para qué sirve y por qué se dice que tiene un gran impacto en el liderazgo? Parece que todavía queda mucho por descubrir y que aprender acerca de la inteligencia emocional y todo lo relacionado con la misma, pero sin lugar a duda es un concepto que ha adquirido un peso considerable que ha hecho que sea creíble. A lo largo de este ensayo se analizarán dichas cuestiones, tratando de darles respuesta, y se desarrollarán diversos planteamientos para profundizar acerca del mundo de la inteligencia emocional, así como para analizar cómo afecta la misma al liderazgo.

Por una parte  “el liderazgo es la capacidad de influir, motivar, organizar y llevar a la acción para el libre logro de sus fines y objetivos, a las personas, grupos y sociedades, en un marco de valores” (Yarce, 2012). Kruse (2013) define el liderazgo como el proceso de influencia social que maximiza los esfuerzos de los demás hacia el logro de una meta, y por otra parte se empieza a entrelazar el concepto de emociones y la participación dinámica que se atañe a él rotulo de ser un líder; sin duda alguna estos conceptos parecieran estar íntimamente relacionados, sin embargo en ocasiones las organizaciones poco o nada tienen en cuenta esta relación al momento de  empoderar o asignar a alguien un cargo de alta complejidad y como consecuencia observamos en la práctica organizacional  la deficiencia, no solo de la administración de emociones  propias del líder sino que también  se vislumbra la afectación negativa e influenciadora en el equipo de trabajo.

Pueden ser muchos los factores que llevan a una organización a no contemplar dentro de las decisiones administrativas el componente emocional, en ocasiones  la dinámica de la empresa, la demanda de respuesta inmediata a resolver técnicamente operaciones o simplemente por falta de conocimiento frente a esta desafiante temática.

Varias de las consecuencias de inadecuada administración emocional asociadas  a la interacción empresa-empleado son :

  • Enfermedad común
  • Agresión
  • Estrés laboral
  • Desmotivación
  • Ausentismo
  • Presentismo
  • Clima laboral inadecuado

La inteligencia emocional no solo aporta a la administración adecuada de un impulso o a la capacidad de entender  al estímulo  que nos moviliza,  debemos  comprender que  se adhiere a los beneficios del equipo de trabajo  y la evolución  emocional colectiva que va  desde las  personas hasta el  éxito  del cargo  y el área, ya que no solo nos aporta a la resolución de conflictos sino que por el contrario nos permite pensarnos en  generar   propuestas y  alternativas  creativas a los procesos y a las personas.

Las componentes del liderazgo pueden influir de manera positiva en el crecimiento emocional como, por ejemplo:

  • Autoconciencia
  • Auto control
  • Motivación al logro
  • Empatía
  • Habilidades sociales

El desarrollo de estos conceptos junto con el conocimiento de las estructuras de personalidad asociados al cargo, pueden dar como resultado estrategias de intervención focalizada al desarrollo permanente de nuestras emociones, buscando como objetivo principal el aporte tanto a la organización, como al ser humano que opera los procesos, partiendo que detrás de cada resultado cuantitativo existe un ser humano operando y aportando desde su ser.