¿Qué es la resiliencia y por qué es clave en nuestra vida?
La resiliencia es la capacidad que tenemos los seres humanos de adaptarnos a situaciones difíciles y superarlas de manera positiva. Muchas veces no somos conscientes de que, al atravesar una crisis, una pérdida o una decepción, estamos en un proceso de sanación que nos ayuda a crecer.
Aunque solemos asociar el duelo únicamente con la muerte de un ser querido, en realidad vivimos múltiples “microduelos” en la vida: terminar una relación, perder un empleo, cambiar de etapa vital o incluso aceptar el paso de los años. En todos estos momentos, la resiliencia se convierte en nuestra mayor aliada.
Dejar atrás: la clave de la resiliencia
Los seres humanos tenemos una extraordinaria capacidad de adaptación. Podemos salir de relaciones tóxicas, superar pérdidas económicas o emocionales, y reinventarnos después de momentos dolorosos. La resiliencia es precisamente ese proceso de dejar atrás lo que nos duele y abrirnos a nuevas oportunidades.
Ese acto consciente de limpiar el pasado y elegir un camino más positivo es lo que nos permite evolucionar y construir bienestar.
Duelo y adhesivos emocionales: cómo gestionarlos
El psicólogo Sigmund Freud afirmaba: “Las emociones que no se expresan no mueren, son enterradas vivas y emergen después de peores formas”. Esta frase sigue siendo muy vigente hoy: ignorar nuestras emociones nos lleva a la frustración, la violencia o la intolerancia.
Por eso, comprender las etapas del duelo es fundamental:
Negación: la primera reacción cuando no aceptamos una pérdida o cambio. Puede manifestarse tanto en el rechazo a la muerte de un ser querido como en no aceptar el paso del tiempo, el fin de una etapa o la pérdida de una relación.
Aceptación: llega cuando comprendemos que no podemos volver al pasado. Es el momento en el que decidimos sanar, cerrar ciclos y avanzar.
Cada etapa nos reta a crecer y nos enseña a vivir en el presente con mayor plenitud.
Estrategias para cultivar resiliencia y superar duelos
Cada persona gestiona sus pérdidas de forma diferente, influida por su historia, su entorno y sus creencias. Sin embargo, existen estrategias que ayudan a fortalecer la resiliencia:
- Aceptar que el pasado no puede cambiarse. Revivir constantemente lo que ocurrió solo nos genera dolor.
- Expresar las emociones sin reprimirlas, a través del diálogo, la escritura o el arte.
- Practicar el autocuidado: cuerpo sano, mente sana. La tristeza prolongada puede derivar en depresión o ansiedad.
- Buscar el aprendizaje: toda experiencia trae una lección. Reconocerla nos da fuerza para continuar.
- Cerrar ciclos con gratitud, entendiendo que cada persona o situación llegó para enseñarnos algo.
Conclusión: Dejar atrás es resiliencia
La resiliencia nos invita a evolucionar, cerrar ciclos y abrazar lo nuevo. No significa olvidar, sino integrar la experiencia para crecer con más fuerza.
En la vida, nada permanece estático: cambiamos de etapas, de edades, de entornos y de pensamientos. Aprender a soltar lo que ya no nos suma es un acto de amor propio y de madurez emocional.
Como dice la sabiduría popular: nadie aprende por cabeza ajena. Cada vivencia nos enseña, y en ese aprendizaje está la verdadera resiliencia.
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