El estrés generalmente se ha asociado a dificultades de diversa índole en diferentes momentos de la vida. ¿Pero será que el estrés en sí es un problema? ¿O será una reacción dependiendo de nuestra percepción de las situaciones?
Realmente el estrés es una respuesta natural del organismo, que nos ayuda a sortear las diferentes situaciones en las cuales como seres humanos nos vemos enfrentados para sobrevivir en cualquier medio; sin embargo la connotación negativa que se le da dificulta que realmente nos ayude a vivir de manera saludable, retadora, y adaptativa.
En este orden de ideas el tema es de actitud, ya que el estrés puede llevarnos a lograr lo que no creíamos, nos puede impulsar a conseguir nuestras metas y retos, orientarnos al logro y potenciar nuestra capacidad de resiliencia, es decir, es necesaria cierta dosis de estrés en la vida, para movilizarnos a la acción.
No obstante cuando se presenta en exceso puede debilitar nuestra salud, mente, corazón, y expresarse por medio de sintomatología fisiológica, emocional o psíquica, de ahí la importancia de saber identificar nuestras tendencias hacia el estrés, sus manifestaciones y desencadenantes puede ayudarnos a comprender si lo estamos convirtiendo en un enemigo o en un aliado.
Los matices del estrés en el campo empresarial son múltiples y complejos, con consecuencias que pueden traspasar los límites de lo laboral, e incidir en los espacios personales, familiares y en el organismo del afectado.
Normalmente el estrés ocupacional es una respuesta en el individuo que intenta adaptarse a presiones internas y/o externas, y que se presenta cuando hay un desajuste entre la persona, el puesto de trabajo y la propia organización. Dicho desajuste por lo general proviene de cuatro fuentes básicas: entorno, cuerpo, pensamiento, y motivaciones; esta última asociada a la forma en que percibimos lo que sucede y la que generalmente le da peso a una dificultad para que se convierta en un problema sin solución o por el contrario en un reto.
De esta manera el estrés es un excelente aliado si se administra como un recurso para responder ante situaciones de peligro de manera eficaz. Este estrés funcional y adaptativo es conocido como eustrés. Pero cuando el estrés se convierte en la única respuesta conocida, se convierte en uno de los peores enemigos de la salud física y mental. Este tipo de estrés “negativo”, es conocido como distrés. Pero en definitiva en la mayoría de ocasiones se nos presentará la oportunidad de elegir uno u otro, todo dependerá de la valoración que hagamos de la situación, de los recursos emocionales que tengamos para superarla y de las estrategias de afrontamiento que poseamos.
Por lo tanto, ser gestores del estrés positivo es nuestra responsabilidad y para esto algunas sugerencias pueden ser:
– Ver todo cambio que se avecine cómo un desafío a enfrentar de manera positiva, que va a permitir crecer y desarrollar destrezas, en vez de verlo como una amenaza.
– Tener objetivos realistas y enfocarse en ellos.
-Si hay cosas que sencillamente siente que no puede solucionar trate de resolverlas en equipo, con otras personas de confianza.
– En vez de Pre-ocuparse, hay que OCUPARSE solo de las cosas que verdaderamente están bajo su control.
– Adoptar hábitos de vida saludables que incluyan el deporte, para dejar de lado las cosas de la rutina.
– No llegar al extremo de aguantarse las cosas, es mejor buscar en quien apoyarse, preferiblemente en familiares directos o en alguien que considere un verdadero amigo.
– Cuando sepa que va a tener que enfrentar alguna situación difícil o compleja, en vez de dar paso a la emocionalidad, acuda a la racionalidad tomando sus recursos internos, que le permitirán preparase positivamente para asumir el reto de la mejor manera.
– Clarifique su mente antes de tomar decisiones, reuniendo toda la información posible que le permita análisis objetivos desde diferentes puntos de vista y perspectivas.
– Aprenda a conocerse, comprenda sus emociones, hable de lo que le pasa
– Investigue las causas, a veces el problema no es la situación en sí, sino la forma en que lo percibimos y en lo que nos predisponemos.
– Aprenda a relativizar
– Cuidar y controlar la respiración, hacer relajación
– Aprenda a delegar responsabilidades
– Aprenda a decir no, hay momentos donde se deben poner límites de manera asertiva, para n exceder nuestra capacidad
– Cada cosa en su debido momento, evite precipitarse. No se anticipe ansiosamente a lo que aún no ha ocurrido, no permita volverse un rumiante de pensamientos negativos.
– Busque terapias alternativas, aumente su creatividad y estrategias de afrontamiento
– Revise otras situaciones que haya resuelto con éxito y que le permitan aumentar la confianza en sí mismo y en sus capacidades.
– Fomente el amor propio, y no se olvide que si bien no es dueño de su rostro sí lo es, de las expresiones que hace decide dejar ver en él, frente a los retos del día a día.
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