Las empresas familiares además de ser organizaciones controladas y operadas por sus fundadores o por los miembros de una misma familia, con un capital financiero, uno humano, una intencionalidad y un fin lucrativo, son empresas con alma y sentimiento, debido a que el corazón, de cada uno de los miembros de la familia está puesto de diferente manera, intensidad e intencionalidad en ella , convirtiéndose en un centro de gran contenido emocional, en donde la relación familia-empresa, es foco de diversas emociones generadas por acontecimientos o circunstancias empresariales de diversas índole, que movilizan sentimientos construidos anteriormente y que determinan las emociones que susciten dichos sucesos.
Es importante tener presente que las personas naturales por el solo hecho de tener empleados a cargo se consideran agentes de retención por concepto de ingresos laborales, Sin lugar a dudas entre los miembros de una familia la existencia de fuertes lazos y vínculos emocionales, condicionan la manera de establecer y direccionar los diálogos, de analizar las diferentes situaciones y acontecimientos e igualmente la búsqueda de soluciones para cualquier problema que pueda presentarse en la empresa familiar, y es que las relaciones que se mantienen con los familiares están muy lejos de las que se sostienen en el ámbito laboral, debido a que las primeras “se encuentran impregnadas de un repertorio de comportamientos que se comparten desde que comenzamos a tener uso de razón” (Domenech Asins, 2006).
Incluso puede suceder que en algunos miembros aunque sean profesionalmente competentes y con personalidades sanas, la comunicación o interrelación que se da entre ellos sea patológica, lo cual obedece a la presencia de antecedentes conflictivos de infancia o juventud, que han provocado heridas no cicatrizadas aún, lo cual da un nivel de complejidad significativo y lleva a que en muchas ocasiones estos sentimientos y situaciones no resueltas en el espacio en el cual se gestaron, se amalgamen en una conducta que es difícil identificar, la que al ser trasladada al espacio de la empresa familiar como una radiografía de la forma y estilo de vínculos familiares, reproduce allí esas características vinculares del ámbito de la familia.
Este hecho evidencia los aspectos psicosociales presentes en dichas empresas, en donde se articulan tanto los elementos racionales constitutivos de una empresa, como los emocionales sentimentales que generalmente rigen a la familia, situación que enriquece y complejiza la dinámica en su interior, y les otorga una frecuencia especial en la cual vibran, dada la influencia que ejerce el ámbito familiar sobre el empresarial y viceversa, y al efecto transversal que ejerce lo afectivo, en los comportamientos y decisiones de los miembros de la familia dentro de la organización.
Si bien es cierto que los sentimientos y las emociones son inherentes al ser humano, en la empresa familiar ocupan un papel protagónico, al regir las acciones y las decisiones que se toman o incluso con la mayor frecuencia de lo que se cree, impide que estas se efectúen aún que vayan en beneficio de la empresa, por la tendencia a no lastimar susceptibilidades que generen emociones y reacciones que alteren la armonía familiar y empresarial, o por privilegiar situaciones particulares de cualquiera de los familiares que en ella laboren.
De igual manera los sentimientos tienden a flexibilizar la relación obrero-patrón entre los miembros de la familia y el propietario, que generalmente es Gerente, Padre, Tío o Hermano de manera simultánea, en la medida que permite que el horario, salario, régimen salarial y de contratación se ajuste a las prioridades y necesidades del miembro de la familia ocupante del cargo, con el pensamiento de ayudar con estos privilegios a incrementar la calidad de vida de la familia con, decisión que no produce lo mismo en la rentabilidad y sostenibilidad de la empresa, ya que afecta de una manera negativa las actividades diarias y productividad de esta, con ausencias prolongadas y frecuentes de personas que por lo general ocupan cargos claves en su interior, además de la incidencia que esto tiene en la motivación, sentido de pertenencia y de inequidad de quienes no son familia, pero que al igual que ellos están vinculados a la empresa.
En otras palabras la empresa familiar debe cargar el peso de una “estructura emocional”, que si bien puede convertirse en una gran herramienta y fortaleza, en muchas ocasiones pudiera significar el rompimiento de lazos psicológicos de alta trascendencia entre sus miembros, lo cual podría representar la aparición de problemas especialmente de orden afectivo, que al no ser gestionados con un diálogo abierto y sincero, de tal modo que se aclaren los malos entendidos, se tornan en resentimientos que incidirán directamente en el desempeño, y soslayan el afrontar asuntos fundamentales para la empresa, haciendo que la toma de decisiones se haga de una manera irracional.
A esto se adiciona, la incidencia que tienen las características familiares en la empresa, partiendo de la base que cada familia como un colectivo que es, tiene su propia cultura y valores que son transmitidos de generación en generación, en cuya transición por lo general se introduce leves cambio
Elementos estos, que el fundador de la empresa en el momento de crearla introduce en ella, dando inicio de esta manera a la cultura de la misma, al imprimir en ella los valores que moldearán o regirán sus diferentes ámbitos, referidos a la actitud hacia el trabajo, manejo del poder, estilos de comunicación, relaciones con proveedores y clientes, calidad del servicio y relación con la familia, entre otros. Por ende es la escala de valores, la que da significación tanto a las decisiones como al comportamiento de los familiares, aportando de esta manera un marco de referencia dentro del cual se desenvolverá la empresa con todos sus grupos de interés.
Como anotación final se resalta que la familia es el sistema que más contribución hace al tejido psicosocial de la empresa familiar y de la sociedad en general, motivo por el cual es relevante y necesaria una formación y educación, fundamentada en una sólida escala de valores que promueva una adecuada interrelación, que permita el fortalecimiento de vínculos, expresión objetiva de sentimientos, comunicación asertiva, respeto por los límites y por la diferencia. Es de esta manera que la empresa familiar podrá contar con herramientas y estrategias de afrontamiento que contribuyan a la solución adecuada de los conflictos inherentes a la naturaleza humana y a la organizacional.
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