El mejoramiento continuo ha sido utilizado a nivel empresarial e industrial, en empresas que han decidido estandarizar sus procesos, hacer gestión del conocimiento a través de la documentación de su quehacer, alineado al ciclo PHVA, en donde cada fase está enfocada a hacer cada vez mejor y más confiable su manera de hacer las cosas, en tanto se auto observan permanentemente y toman acciones de acuerdo con desvíos identificados, para así generar valor y ser más productivos.
Por supuesto que al hablar de esto resalta las personas son quienes hacen posible la migración hacia la cultura de la calidad, con convencimiento, persistencia consistencia y muy especialmente el ejemplo de los líderes quienes con su actuar ajustados a la calidad posibilitan el fluir cotidiano dentro de este marco de acción.
Lo paradójico es que, aunque sean los seres humanos quienes dan vida a este sistema al interior de la empresa, es algo que por una gran mayoría, es mirado hacia afuera de si mismos, como si fuera lago de aplicabilidad solamente a nivel empresarial, como si no fuera posible introyectarlo y pasarlo al ámbito personal, para llegar a ser un mejor ser humano.
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Ciclos de mejora continua en la vida personal
La mejora continua personal necesariamente requiere que hagamos parte de nosotros, el ciclo PHVA, buscando la excelencia en la vida, lo que implica una filosofía de vida, que trasciende a todos los ámbitos de esta, ya que una vez instaurado en el ser, se descarta la posibilidad de actuar de manera diferente en las distintas esferas de la vida.
Así las cosas, iniciar por pequeños pasos es lo más adecuado, en tanto posibilita ir adquiriendo el hábito de identificar aquello que no genera valor en la vida y que por el contrario desenfoca, roba energía y tiempo para cosas que realmente valgan la pena e impulsen a la productividad personal.
En este orden de ideas es ideal aplicar la idea que defiende el kaisen: “Hoy mejor que ayer, mañana mejor que hoy” Filosofía que da por sentado que siempre es posible mejorar, incitando a dar un paso adelante cada día, por insignificante que este nos parezca, logrando sí grandes cosas que nos acercarán a las metas, con un proceso que contribuye poderosamente al despertar de la consciencia al mejoramiento, adquiriendo hábitos ganadores, alineados a lo que se desea alcanzar.
Es justamente en este punto donde subyace una gran potencialidad, dado que la productividad personal se fundamenta en hábitos y rutinas diarias, que son procesos cíclicos que inician en la mañana al levantarnos y terminan en la noche al dormirnos.
Se desprende de esto que un inicio importante es enfocarse en el día a día, logrando con esto superar los bloqueos iniciales, derivados de la resistencia al cambio gracias a pequeños pasos enfocados hacia las metas y resultados que deseamos. Así mismo la procrastinación la atacamos dividiendo en pequeños lapsos de tiempo para ejecutar las tareas desagregadas en porciones mínimas que sea muy fácil su ejecución diaria. Es así como se llega a transformaciones ganadoras, que posibilitarán ser más productivos, descartar aquello que sobra, justamente porque es un distractor o impide avanzar hacia lo deseado. Esto implica identificación de lo que se necesita intervenir, crear un plan de acción, ejecutarlo, genera puntos de revisión y verificación, y actuar frente a los resultados obtenidos y así se da cumplimiento al ciclo PHVA, enfocado al mejoramiento personal.
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